En 1898, desde la imprenta albojense de don Pedro María Fernández, se publicó la obrita “La Virgen del Saliente. Breve reseña de la aparición de Nuestra Señora de los Desamparados y fundación de su Santuario del Saliente en la Villa de Albox”. Su autor, que decidió permanecer en el anonimato, pretendió así divulgar entre los peregrinos pobres la hermosa tradición del Roel y contribuir a la restauración del Santuario. Ahora, mientras se ultiman los trabajos para la reapertura de la Biblioteca del Santuario Diocesano del Saliente, ha sido hallado un ejemplar de este entrañable librito.
LA TERCERA OBRA DEDICADA A LA VIRGEN DEL SALIENTE
Esta publicación se sumaba, y bebía conscientemente, de las dos obras anteriormente publicadas relativas a la devoción y tradición del Santuario del Saliente. La primera de ellas se remontaba a 1865, cuando don Emilio Moreno Cebada publicó “Historia de la imagen y santuario de Nuestra Señora de los Desamparados o del Saliente de la Villa de Albox, en la diócesis y provincia de Almería”. En esta obra, por primera vez, se consignaba la tradición oral albojense y se ponía negro sobre blanco lo que se había trasmitido de generación en generación desde los albores del siglo XVIII.
La segunda obra, que apareció trece años después, se debió a la pluma del canónigo almeriense don Eusebio Arrieta y se tituló: “Peregrinación al Saliente en 1878. O sea la Virgen María triunfando de la impiedad y del indiferentismo religioso”. Como pregonaba su título, aunque aludía a la historia tradicional del Santuario, se centraba en la multitudinaria peregrinación que reunió el Obispo don José María Orberá y Carrión aquel año en torno a la Pequeñica.
Precisamente la publicación que nos ocupa apareció dos décadas después, con confesada dependencia de estas dos publicaciones que la precedieron. Desde entonces han sido varias las publicaciones que han aparecido relativas al Santuario, algunas de renombrados autores como don Bernardo Martín del Rey, don Bartolomé Marín Fernández, don José Ángel Tapia Garrido los hermanos Fernández Ortega o don Antonio Gil Albarracín. La última publicación, aparecida durante el Año Jubilar de 2017, fue el primer libro dedicado a la infancia: “La Pequeñica para los pequeñitos” y fue escrito por el actual Rector del Santuario, don Antonio J. M. Saldaña Martínez.
EL AUTOR «UN DEVOTO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN»
El autor de la tercera obra dedicada a la Pequeñica quiso permanecer en el anonimato, tan sólo quiso destacar su devoción a la Santísima Virgen y confesó que todos los años peregrinaba al Santuario “a rendir tributo de amor á la Santísima Virgen”. A pesar de su prólogo apologético, donde hace un suave alegato del Cristianismo frente a las posturas incrédulas de su época, no parece responder al típico estilo clerical de su tiempo. Bien pudiera, por tanto, ser una persona seglar de indudable compromiso católico y bien relacionado, eso sí, con el clero del Santuario. Sorprende que no aparezca el obligado nihil obstat con el que la autoridad eclesiástica daba carácter oficial a un librito tan piadoso.
«UN LIBRITO PARA LOS POBRES»
Más sencillo es conocer la génesis de la obra, pues el propio autor la narra en el prólogo. Fue durante su peregrinación al Saliente, cuando el capellán del mismo se quejó del elevado coste de las dos publicaciones anteriores y le pidió que escribiera un libro que costase tan poco unos míseros céntimos para facilitar su divulgación. Fue entonces, según confiesa el desconocido autor, cuando: “… aceptamos el compromiso y prometimos hacer el trabajo. Tal es el origen de este opúsculo; un librito para los pobres; y como tratándose de pobres la riqueza es un contrasentido, todo en él será pobre; pobre en tamaño, pobre la forma, pobre el concepto y todo pobre, como obra de un pobre autor.” En efecto, como se imprimió con grandes letras al final de la obrita, se vendió por solo quince céntimos de las antiguas pesetas. Y en un formato pequeño, de tan solo veinticuatro páginas y dos ilustraciones casi idénticas.
CURIOSIDADES DE LA OBRA DE 1898
De manera algo ligera, algunos historiadores han desdeñado la aportación que supone esta obrita a la historia del Santuario del Saliente. Es cierto, como testimonia el propio autor, que es deudor de las dos publicaciones anteriores. Pero, a nuestro juicio, ofrece testimonios a tener en cuenta. En primer lugar el fenómeno popular de peregrinaciones hasta el Santuario, con la demanda de interesarse por la tradición de la Pequeñica y la necesidad de la Iglesia de responder a este fervor que no conocía diferencias sociales ni culturales.
En segundo lugar presenta el tesoro de que aparezca en la publicación, por dos veces, un antiquísimo grabado de la Pequeñica. Tanto en la portada, donde aparece nimbada por un sencillo friso, como en la página anterior al prólogo, sobriamente acompañada por la invocación letánica “Consolatrix Afflictorum, ora pro nobis”, se muestra este grabado firmado por Corvera. En el Santuario se conservan otros grabados antiguos, algunos de mayor calidad como el bellísimo distribuido en 1878. Resulta curioso que, para el momento de la publicación, se optase por un grabado que ya no respondía a la apariencia de la sagrada imagen en 1898. Para entonces lucía desde 1881 la Corona de las Perlas y la peana de los angelotes que cercenó la original del siglo XVII.
Más interesante resulta constatar la precariedad económica que ya entonces padecía el Santuario, privado de los bienes que garantizaban su mantenimiento por las leyes desamortizadoras. De la lectura del prólogo se deduce que desde el Santuario se animaba a que los peregrinos, además de su devoción, dejaran sus limosnas a la Pequeñica mediante la venta de libros piadosos. El anónimo autor, con total sinceridad de su intención, no se contenta con exigir respeto por la sacralidad del lugar. No tiene timidez alguna en pedir a los peregrinos que: “concurran con algunas limosnas, para hacer algunas reparaciones; pues, si se dejan abandonados a la acción del tiempo y de los agentes atmosféricos, concluirá aquello por convertirse en un montón de ruinas. Dad algunas limosnas, con la advertencia de que se destinen á reparaciones, que ya procurarán no defraudar vuestra intención; de lo contrario, antes de pocos años no tendréis donde refugiaros, si queréis ir allí.”
“ID Á VERLA”
La conclusión de la publicación de 1898 no deja de ser elocuente y demuestra la auténtica pasión del anónimo autor por la sagrada imagen de la Pequeñica. Dejemos que sean sus propias palabras las que retornen a nuestro tiempo, pues su invitación es válida para cualquier siglo: “… no hemos dicho nada acerca de la imagen de Ntra. Sra. del Saliente, que es bellísima sobre toda ponderación. Renunciamos á describirla tanto por nuestra insuficiencia, cuanto por privar á los que por primera vez la vean, de la gratísima impresión que produce la primera visión. Id á verla y nos daréis la razón.”