El próximo ocho de septiembre, Solemnidad de Nuestra Señora de los Desamparados del Buen Retiro del Saliente Coronada, doña Remedios Sánchez García recitará la Plegaria del Papa Francisco a la Virgen por el fin de la pandemia, en nombre de todas las familias que han sufrido sus trágicas consecuencias.
Doña Remedios Sánchez reside en la ciudad de la Alhambra, donde es Profesora Titular del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granada, pero mantiene intactos los vínculos con la Villa de Albox, la que considera su tierra, pues era la de su madre y sus abuelos. Allí vivió su infancia y juventud hasta que con dieciocho años se desplazó a Granada para estudiar. Es Vicepresidenta de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE) en su sección de Andalucía y Secretaria General de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios (AAEC). Es académica Correspondiente de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes y ha publicado artículos sobre novela del siglo XIX y poesía contemporánea en algunas de las revistas de investigación más prestigiosas del mundo como Bulletin Hispanique, Bulletin of Hispanic Estudies, Cuadernos Hispanoamericanos, Versants, Ínsula o Hispania. Ha realizado estancias de investigación y docencia en la Universidad de Oxford, en la Universidad de Cambridge, el Institute of Education of London, en La Sapienza, en la Universidad de Bologna, en la Universidad de Padua, entre otras, y ha impartido medio centenar de conferencias en las universidades de Emory, West Florida, North Georgia, Bolonia, UNIA, Menéndez Pelayo, etc. También ha dirigido 2 cursos de verano en la Universidad Internacional de Andalucía (sedes La Rábida, La Cartuja). Es Consejera de la Asociación de Escritores de España, que engloba a más de 3000 escritores, Asesora de Publicaciones del Patronato de La Alhambra y Patrona de la Fundación Rodríguez Acosta, Miembro del Comité Editorial de la colección Biblioteca Filológica de Visor (14ª editorial del ranking SPI), Editora de la revista “Álabe. Investigaciones sobre Lectura y escritura y Directora de la revista Poéticas”. Además, es la Directora del Festival Internacional de Poesía de Granada desde 2016, uno de los más prestigiosos eventos literarios de España.
Como escritora y como especialista en poesía contemporánea ha participado como autora, editora y coordinadora de numerosas publicaciones, siendo su último libro publicado hasta el momento “Así que pasen treinta años. Historia interna de la poesía española” (1950-2017) en Akal (2018).
Para conocer su vinculación a la Pequeñica y qué significó para su familia durante la pandemia hemos conversado ella.
¿Qué representa para usted la imagen de Nuestra Señora del Saliente Coronada?
En mi casa, Nuestra Señora de los Desamparados ha sido y es el refugio de paz cuando las cosas nos iban regular y en quien depositábamos nuestro agradecimiento cuando las cosas marchaban bien. Desde niña he tenido muy presente la necesidad de su intercesión, siempre necesaria para vivir cada día. Eso me la inculcó mi madre, que ha sido gran devota toda su vida. De hecho, ella siempre ha llevado al cuello una medalla de la Virgen del Saliente que ahora llevo yo y me da mucho consuelo en estos momentos.
¿Cómo recuerda la Romería?
A todos nos produce una honda emoción. Hace muchos años que, por razones de trabajo, no puedo acudir en ese día tan hermoso (en estas fechas suelo estar fuera de España), pero jamás me olvido. Aunque sea inconscientemente, porque a veces no nos damos cuenta del paso del tiempo, el 8 de septiembre siento como un pálpito, la percepción de que es un día diferente. Y esté donde esté, miro el calendario y ya comprendo por lo que siento esa emoción. Cuando era pequeña, recuerdo a los romeros pasar de madrugada por la carretera, camino de la Ermita; mis padres me llevaban al día siguiente y me impresionaba mucho el amor compartido de tantísima gente venida de los más variopintos rincones hacia nuestra Madre del Saliente. Sin embargo he de decir que siempre me ha gustado mucho también acudir en un día normal, simplemente para arrodillarme con mi familia delante de ella en soledad o, si era festivo, escuchar la misa. Lo he considerado un privilegio y, ahora, aún más.
¿Qué significó para usted la Virgen del Saliente durante la pandemia?
En el peor momento de mi vida con mucha diferencia me ha servido para mantener el norte, la esperanza de que Dios ha acogido a mi madre en su seno por intercesión de la Virgen del Saliente. Mi madre era una mujer excepcional, una madre incomparable en su bondad y dedicación que nos ha hecho lo que somos con mil sacrificios y esfuerzos. A ella y a mi padre todo se lo debo. Y en estos momentos de profundo dolor y desconcierto, cuando todo se ha vuelto del revés y el mundo se me cayó encima, lo único que me reconforta: que Nuestra Señora de los Desamparados (y desamparados son todos los que se nos fueron o han estado enfermos por causa de la pandemia atroz) los acoja en su seno y vean la Luz de Dios. En mi caso concreto mi madre siempre llevaba esa medalla, estampas que regalaba a familiares y amigos, estaba rodeada por la imagen de Nuestra Señora permanentemente y rezaba mucho, por todos. Por eso en estos meses de soledad y desesperación sólo he logrado consolarme pensando que quienes tanto han sufrido por esta enfermedad terrible gozan ahora del privilegio de estar cerca de la Virgen, de contemplar su rostro inmaculado. Yo confío en la divina misericordia y creo que mi madre será una de esas personas, porque su vida ha sido un perpetuo caminar, a veces con grandes dificultades, pero siempre amparándose en Nuestra Señora y sin perder la fe y la confianza en Ella.
¿Cómo recibió la invitación del Santuario para realizar la plegaria del Papa Francisco a la Virgen del Saliente por el fin de la pandemia y qué significado tiene para usted?
Con hondo agradecimiento al Rector, don Antonio Saldaña. Y también con responsabilidad ante el honor que se me hace en un momento en que, como decía, Miguel Hernández, estoy para penas solamente, intentando por mi madre, seguir adelante igual que las cuarenta y cuatro mil familias que han perdido un ser querido sólo en España. El Papa Francisco es en este momento el único referente moral y ético en el que podemos depositar nuestra confianza, él único que no ha hecho distinciones. La homilía, en la inmensa soledad de la plaza de San Pedro, reflejó perfectamente la desolación colectiva de la cristiandad. Yo ya no pido para mí porque sería egoísta: he pedido mucho por mi madre y se ha hecho la voluntad de Dios. Pido que la misericordia del Señor, con la intermediación de Nuestra Señora del Saliente, frene un dolor tan inmenso que es un pozo hondo en el que se está ahogando la esperanza. Dios sabe de nuestra flaqueza, de nuestros límites. Ahora mismo, sólo la responsabilidad de todos para proteger y protegernos y la fe verdadera pueden salvarnos del naufragio social. Me parece que debemos seguir al Santo Padre también en esto y la plegaria del Papa Francisco a la Virgen del Saliente por el fin de la pandemia es un motivo de paz y aliento para nuestras almas doloridas.