LA VIRGEN DEL SALIENTE CONCLUYE SU HISTÓRICA Y TRIUNFAL VISITA A LOS CERRICOS DE ORIA, CHIRIVEL Y VÉLEZ – RUBIO

Con la Santa Misa de acción de gracias del domingo, la sagrada imagen de Nuestra Señora de los Desamparados del Buen Retiro del Saliente Coronada culmina diez días de intenso fervor que han movilizado muchedumbres de peregrinos del Almanzora y de los Vélez.

EMOTIVA DESPEDIDA EN VÉLEZ – RUBIO

Aunque el entusiasmo ha sido la nota característica durante la presencia de la Pequeñica en Vélez – Rubio, el sábado se palpaba la tristeza de los velezanos por la obligación de despedirse de la sagrada imagen. Hasta las vetustas campanas de la majestuosa Iglesia Parroquial de la Encarnación sonaban pesarosas y, ni siquiera, los festivos sones de los cánticos rocieros fueron capaces de paliar este sentimiento.
A las ocho de la tarde, todas estas experiencias se concentraron en la Santa Misa que celebró el Párroco: Javier Ruiz Pérez. En la homilía se atrevió a hacer balance de las maravillosas jornadas vividas desde que llegara la sagrada imagen el sábado pasado, con una encendida proclamación de la maternidad de la Pequeñica sobre todos los velezanos. También destacó, en recio castellano, el esfuerzo que han realizado en agasajarla de la mejor manera y sufragándolo todo con la generosidad de sus buenos feligreses.
Finalmente, conclusa la sagrada ceremonia, se repitió el ancestral rito de trasladar a la sagrada imagen desde sus artísticas andas de plata de Rafael Moreno; hasta las andas neogóticas en las que realiza sus desplazamientos habituales. Las expertas manos de Aurelio Teruel, el Mayordomo de Andas de la Pequeñica, realizaron los ajustes prácticos necesarios para disponer el viaje de regreso.

CAMINO DE REGRESO, A CARROZA, Y CON UN MANTO DE NIEBLA

Aunque el trayecto de la Pequeñica hasta las Puerta de Lorca, frente a la ermita de la Virgen de la Salud, parecía corto; el ánimo de los velezanos retrasó su partida de Vélez – Rubio. Hasta la carroza que debía transportarla, primorosamente adornada de blanco y azul, presentó algunas dificultades técnicas que acrecentaron la espera. En su entusiasmo, los velezanos acompañaron con cánticos y aplausos. De algunas gargantas se escuchaban gritos de aflicción por su partida: «¡La Pequeñica no quiere irse!, ¡No te vayas, Madre nuestra!».
Finalmente, con un más que considerable retraso, la sagrada imagen abandonó Vélez – Rubio tras la mayor estancia fuera de su Santuario de la que hay constancia; salvada la excepción de los tres años de la Guerra Civil Española. Iluminada de forma llamativa, los velezanos no se resignaron a perderla de vista y la siguió una larga hilera de vehículos atestados de peregrinos.
Se trató de una romería “motorizada”, pero no carente de la alegría y la gracia que protagonizan los desplazamientos de la Pequeñica. A través de los teléfonos móviles los peregrinos, unos a otros, se iban comunicando en tiempo real los progresos que hacía la sagrada imagen sobre la carretera: «¿Por dónde va la Virgen?, ¿ha llegado ya?». Un suave manto de niebla, conforme la Pequeñica se aproximaba al Roel, abrazó a los peregrinos.

RECIBIDA CON PÉTALOS Y MÚSICA

En los Dientes de la Vieja, tan ligado a la piadosa tradición del Santuario, fueron congregándose peregrinos llegados de todos los pueblos del río Almanzora. Animados por los simpáticos cánticos de la Cuadrilla de Ánimas del Saliente, algunos compartían viandas de la tierra y todos esperaron casi dos horas para recibir a la Pequeñica en su retorno. Cuando la noche y la niebla oscurecieron el ambiente, trataron de combatir las tinieblas con la luz de sus cirios.
Una explosión de luz, cánticos, vítores y aplausos recibió a la Pequeñica pasada la medianoche. Desprendida de la carroza, las andas fueron cargadas por los hombros de los peregrinos en una populosa procesión que se abrió a Cruz alzada por la explanada del Roel. Al alcanzar el dintel de la puerta principal, un palio de pétalos la recibió con el frenesí de las campanas al vuelo.
Con solemnidad fue entronizada la sagrada imagen en su camarín y, antes del canto de la Salve, el Rector Antonio Jesús María Saldaña Martínez hizo una breve meditación a partir de un texto del Apocalipsis: «Sí, el “gran signo” de la Pequeñica ha brillado en las tierras de Oria y de los Vélez. En cada pecho de aquellos que habéis llevado su imagen sobre vuestros hombros, que habéis caminado a su vera por estos caminos, que habéis engalanado vuestras casas y calles, que habéis rezado y participado de los sacramentos en vuestros templos… en cada uno de vosotros; sé que el “gran signo” de la Pequeñica ha derrotado a los dragones de la duda o del miedo». Los peregrinos contestaron con grandes aplausos a su invitación a agradecer al Obispo la concesión de esta visita y a todos los que han trabajado por la misma.

«TAMBIÉN YO LE DOY LAS GRACIAS A LA PEQUEÑICA»

Al día siguiente, a las una de la tarde, se celebró la solemne Santa Misa de acción de gracias que presidió Francisco Sáez Rozas, Vicario Episcopal de Pastoral y para la Evangelización. Con los cantos de Rosabel Oller Sevilla, fue concelebrada por el Rector del Santuario y los Párrocos de Vélez – Rubio y los Cerricos. Contó con la presencia de los alcaldes de Albox, Francisco Torrecillas Sánchez; Chirivel, José Torregrosa Mota; Oria, Marcos Reche Galera, y la Teniente – Alcalde de Vélez – Rubio, María de la Concepción Pérez Morales.
Durante la solemne liturgia, el Alcalde de Albox ofreció una lámpara con el escudo de armas de esta Villa almanzoreña y que ha sido costeada con las limosnas de los devotos albojenses. Al ofrecerla, dijo: «Ahora, desde la libertad de nuestra sociedad democrática y plural, te ofrecemos esta lámpara por las raíces cristianas de nuestra Villa. No se podría entender la historia de Albox sin hacer referencia a tu maternal nombre, que nos une fraternalmente por encima de todo lo que nos divide. Al ofrendártela, confío en que la viveza de su llama sea también estímulo para que los valores del Santo Evangelio nos animen a una mayor búsqueda del bien común y del desarrollo integral de nuestro amada Villa».
En su homilía, el Vicario movió el corazón de todos los peregrinos. Confesó que, siendo él muy pequeño, enfermó de gravedad y los médicos casi lo desahuciaron. Entonces, su madre había recurrido a la intercesión de la Virgen del Saliente y recuperó la salud hasta el día de hoy. «También yo – aseveró ante el conmovido auditorio – tengo que dar gracias a la Pequeñica».

CUATRO LÁMPARAS POR SUS CUATRO POBLACIONES PREDILECTAS

El verdadero legado de esta histórica visita, la tercera en tres siglos, que la Pequeñica celebra fuera de las tierras albojenses; quedará en las extraordinarias vivencias de los miles de peregrinos que han disfrutado de diez días de intensa devoción. También, en los próximos meses, está previsto que aparezca un libro que recoja las crónicas de estas memorables jornadas por las comarcas del río Almanzora y de los Vélez.
Pero, en el mismo Santuario, ha quedado un testimonio muy bello de esta visita. En cada uno de los pueblos que han tenido el gozo de ser visitados por la sagrada imagen de la Pequeñica; en la persona de sus alcaldes ha sido ofrecida una lámpara votiva con el escudo de los distintos municipios. Las lámparas, ejecutadas en los centenarios talleres lucentinos, responden a los dictados de la platería cordobesa dieciochesca. Desde el domingo pasado, estas cuatro lámparas arden alrededor de la sagrada imagen. Son un testimonio elocuente de las cuatro poblaciones predilectas de esta centenaria devoción: Albox, Oria, Chirivel y Vélez – Rubio.
En el Salón de los Cristales del Santuario ha tenido lugar la firma de las actas de donación de las lámparas votivas. Con la presencia del Vicario Episcopal de Pastoral y para la Evangelización, el Rector del Santuario y la Juez de Paz albojense, los diferentes ediles acompañados por sus respectivos párrocos formalizaron la ofrenda de sus municipios a la Pequeñica. Dirigió el acto el don Juan Navarrete Ortega, Secretario del Santuario Diocesano del Saliente.