SALUDA DEL RECTOR DEL SANTUARIO DIOCESANO DEL SALIENTE CON MOTIVO DE LAS FIESTAS PATRONALES

Muy queridos albojenses:

Estoy agradecido a nuestro Ayuntamiento, por estadelicadeza de que os haga llegar mi afecto en este programa de las primeras fiestas patronales de nuestra amada Villa. Son, en verdad, unas fiestas novedosas en el calendario; aunque profundamente enraizadas en la idiosincrasia de todos nosotros. Tenemos el privilegio de que sea nuestra Patrona una de las advocaciones marianas más veneradas de los territorios limítrofes: Nuestra Señora de los Desamparados del Buen Retiro del Saliente Coronada. Me parece hermoso que, en esas intensas jornadas que atraen a tantísimos peregrinos, ofrezcamos regocijos apropiados y nosotros mismos gocemos con los mismos. En nada se opone estas manifestaciones de alegría popular al espíritu religioso, porque celebrar a la Pequeñica es el mayor de los júbilos. Aplaudo, pues, sinceramente todo lo que trate de honrarla y facilitar que el precioso tesoro de su devoción sea cada vez más difundido por todas partes. Si hace tres años, en estrecha unión con nuestro Ayuntamiento, logramos del Papa Francisco la proclamación del patronazgo canónico sobre Albox; bien podemos disfrutar de la condición ferial de estos primeros días de septiembre.

Verdaderamente los albojenses os merecéis – nos merecemos – unas buenas fiestas, porque habéis dado un testimonio precioso de vuestra nobleza y sabiduría de corazón. La excepcional visita que, por concesión de nuestro Obispo, la sagrada imagen de la Pequeñica harealizado a los Cerricos de Oria, Chirivel y Vélez – Rubio; no hubiera sido tan feliz sin vuestro apoyo y comprensión. Ella es el mayor de nuestros tesoros, pero, precisamente porque se trata de Nuestra Señora, el mayor tributo que podemos rendirle es propagar su devoción y mensaje por todos los lugares. ¡Que ancho es el horizonte de vuestras mentes y, más aún, las paredes de vuestros corazones! Tristemente, muy pocos pueblos cristianos podrán presumir de ser tan generosos como Albox. Al contemplar la grandeza de vuestros espíritus, recordaba una de las parábolas del Santo Evangelio. Precisamente aquella que habla de una mujer que, después de revolver todo su hogar en búsqueda de una moneda extraviada, la encontró y comunicó entusiasmada la buena noticia a todos sus convecinos (Cf. Lc 15, 8 – 10).

Esta dadivosa alegría, que ha brillado de modo singularísimo durante esta visita extraordinaria, la constato hora tras hora en las faenas del Santuario Diocesano del Saliente. ¡Cuántas manos, cuántos minutos, cuánto trabajo abnegado y callado! Hombres y mujeres, con edades, condiciones e ideologías de lo más diversas, que se sacrifican y ofrecen sus personas para mayor gloria de la Pequeñica. Confieso que los admiro y quiero mucho, porque diariamente me dan ejemplos de cómo entregarse y sufrir – gratis et amore – porque la devoción a Nuestra Señora sea signo de la nueva evangelización. Entre los benéficos voluntarios del Santuario, algunos pueden remontar su servicio hasta tres décadas atrás y otros – mucho más jóvenes – asombrosamente sacrifican su escaso y legítimo asueto en laborar eficazmente. Por eso, me impactó el sabio consejo que impartió el Cardenal – Arzobispo de Rabat, don Cristóbal López Romero, cuando nos dijo durante su visita al Roel: «Recordad que vosotros sois los pies, las manos, los ojos y hasta los oídos de la Virgen de los Desamparados».

Creo que vosotros, los buenos albojenses, habéis percibido como yo todas estas cosas de las que os hablo. Si nuestros vecinos achacan que la astucia es la característica por antonomasia de las gentes de Albox, yo sé que en esta cuestión no os dejareis engañar. Aunque el cariño que os profeso hiciera enturbiar mi análisis, la inexorable certeza de vuestro apoyo y mecenazgo se me imponen como hechos empíricos. Es una misión de todos que la devoción a nuestra Pequeñica no se limite a la memoria de pasadas grandezas. Eso sería una traición al legado heredado. Debemos avanzar, todos juntos, paradarle la relevancia que merece con el lenguaje de nuestro tiempo. Deo volente, el decidido apoyo de la Fundación – Patronato del Saliente, la Diputación Provincial, las empresas privadas y el animoso estímulo del Obispado permitirán que continuemos avanzando en esta aventura de fe.

Ruego, pues, a nuestra Pequeñica que nos envíe una capital enorme. Pero no de dinero que consumen obras o restauraciones, pues para eso ya cuenta con nuestras manos y nuestras limosnas. Le imploro que se trate de una cuantiosa suma de paz. Su Hijo, Jesucristo, proclamó: «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo»(Jn 14, 26 27). Si nos abrimos a este regalo divino, dialogando y respetando la dignidad de todos nuestros interlocutores, atraeremos toda suerte de bendiciones. En estas palabras, brotadas de los labios resucitados de Jesucristo, encuentro mi deseo y anhelo para estas inmediatas fiestas patronales. Los que nos reconocemos creyentes no tenemos más remedio que convertirlas en nuestro programa de vida. Trabajar por la paz, no hay otro modo de ser cristianos. Y, relacionándonos con esta pacífica cualidad, estimular en aquellos que dudan, o no creen en nada, o creen en otras cosas; un estilo de vida auténticamente humano.

Gozad, en definitiva, de las fiestas patronales. Serán espléndidas, más que por la espectacularidad de las mismas, si las vivimos todos unidos y orgullosos de las virtudes propias de nuestra tierra. Y, porque me brota del alma y porque lo he aprendido de vosotros, me atrevo a invitaros a proclamar conmigo el viejo vítor de nuestras gentes: ¡Viva la Madre de Dios, viva la Virgen del Saliente y viva la Patrona de Albox!

Antonio J. M. Saldaña Martínez Pbro.