Y VÉLEZ – RUBIO DESBORDÓ TODO LO DESBORDABLE PARA ACLAMAR A LA PEQUEÑICA

En las primeras horas del domingo el histórico pueblo de Vélez – Rubio, tan acostumbrado a recibir a ilustres visitantes, vibró con el mayor de los entusiasmos para recibir la sagrada imagen de Nuestra Señora de los Desamparados del Buen Retiro del Saliente Coronada y desbordó todo lo desbordable durante la procesión de la tarde.

«LLEVAMOS TRESCIENTOS AÑOS ESPERÁNDOTE»

Conforme la larga comitiva de peregrinos que portaban las andas se distanciaba de Chirivel, se fueron sumando más participantes que no cesaron de aclamarla. Con la puesta del sol, a los altares efímeros levantados en mitad del camino; sucedieron artísticas señales luminosas que proyectaban la imagen de la Pequeñica en las blancas paredes de los cortijos. Carrozas y peregrinos a pie multiplicaban los vítores, mientras vehículos llegados de todas partes apremiaban la labor de la Guardia Civil y Protección Civil en las diferentes entradas de Vélez – Rubio.

A pesar de que el reloj había sobrepasado la una de la madrugada, personas de toda edad y condición permanecían en pie para recibir a la sagrada imagen. Apostados por miles en la puerta de san Nicolás, el fuerte olor a mastranzo tendido en las calles y una primorosa decoración denotaban el aire festivo. Mucho antes de que los primeros peregrinos llegaran, su fuerte algarabía anunció su proximidad y las campanas con los cohetes enloquecieron la noche velezana.

Finalmente, con un estrépito de aplausos, la llegada de las andas desencadenó los corazones de todos los habitantes de Vélez – Rubio. Surcados todos los rostros por lágrimas de emoción, bajo el estruendo de los fuegos artificiales, la sagrada imagen de la Pequeñica entró en volandas y alcanzó rápidamente su imponente plaza mayor. A la par que aplaudían, muchos decían: «¡Bienvenida a tu pueblo, llevamos trescientos años esperándote»!

«VÉLEZ – RUBIO HA VUELTO A ENCENDER LA HOGUERA DE SU AMOR»

El viejo órgano de la Iglesia Parroquial de la Encarnación hizo resonar los acordes de la Marcha Real para recibir, por fin, a la sagrada imagen en el majestuoso templo. Curiosamente fue el mismo Obispo Claudio Sanz y Torres quién lo consagró en 1769, el que transformó la humilde ermita del Roel en el magnífico Santuario Diocesano del Saliente. Bajo la vidriera que ostenta su escudo episcopal, fueron depositadas las andas de la Pequeñica y su Mayordomo Aurelio Teruel abrió el fanal que la custodia.

Delicadamente, el Rector del Santuario descendió la sagrada imagen y la entregó al emocionado Párroco de Vélez – Rubio, Javier Ruiz Pérez, que la mostró a los velezanos ante el altar mayor. Entonces, tras recibir un vivaz homenaje, se posó sobre las artísticas andas de plata que cincelara Rafael Moreno y bendijera el Obispo Manuel Casares Hervás en 1981.

A instancias del Párroco, tomó la palabra el Rector del Santuario, Antonio Jesús María Saldaña Martínez. Apoyándose en el célebre cronista velezano Fernando Palanqués y Ayén, recordó la vieja costumbre del pueblo de encender hogueras en la víspera de la fiesta natalicia de la Santísima Virgen. Como testigo del fervor recibido, dijo: «Vélez – Rubio ha vuelto a encender la hoguera de su amor». Desde la plaza, pues el enorme templo se había quedado pequeño, los peregrinos redoblaron sus vítores y se tardó bastante en poder cerrar las puertas.

SANTA MISA PRESIDIDA POR EL VICARIO GENERAL Y OFRENDA DE UNA LÁMPARA VOTIVA

Tras una mañana de intensos preparativos, que adornaron las calles y plazas velezanas de una manera maravillosa, la tarde se ocupó en la Santa Misa dominical y en la posterior procesión de alabanzas. Con serrín coloreado, así como con una ingente cantidad de flores y ramas, se compusieron alfombras que combinaban los elementos heráldicos del Santuario Diocesano del Saliente y de Vélez – Rubio. Guirnaldas y reposteros, casi todos blancos y azules, atiborraron el callejero con cientos de reproducciones de la imagen de la Virgen del Saliente.

Los virtuosos cánticos de la coral Manuel de Falla marcaron el inicio de la Santa Misa, que presidió el Vicario General, Ignacio López Román. Durante su magistral homilía se dirigió varias veces a la Santísima Virgen, con una interesante lectura teológica acerca de su iconografía que responde a las Sagradas Escrituras. Gran sentimiento provocó cuando dijo a los fieles: «Hoy el Santuario de la Virgen del Saliente es este pueblo de Vélez – Rubio que, con tanto amor, la ha recibido y la quiere».

El Alcalde velezano, Miguel Martínez-Carlón Manchón, ofreció una lámpara votiva de plata con el escudo municipal para que arda en el Santuario Diocesano del Saliente como signo de la secular devoción de los velezanos a la Pequeñica. La hermosa lámpara, como ha sucedido en Oria y Chirivel, ha sido sufragada por los propios Ayuntamientos.

TRES HORAS DE PROCESIÓN Y ALABANZAS

Conclusa la sagrada ceremonia, tuvo lugar la solemne procesión de alabanzas que Vélez – Rubio ha consignado como la mayor expresión de piedad popular de su historia. Con los sones de la Banda de Música Maestro Rojas y los bailes del grupo folclórico Virgen de la Salud, la Pequeñica hizo acto de presencia en la plaza. Nuevamente las campanas y los fuegos artificiales la saludaron, turnándose cientos de hombros para portarla por las calles velezanas.

Su vibrante recorrido fue seguido de los vítores y plegarias espontáneas, así como cánticos improvisados de los peregrinos. Su paso festivo era seguido por devotos descalzos y otros que portaban fotografías de sus seres queridos enfermos. Cada pocos metros, lluvias de pétalos empaparon de flores las andas de la Pequeñica. Ante las andas desfilaban los estandartes de las Cofradías y Hermandades velezanas, así como una nutrida representación de los voluntarios del Santuario Diocesano del Saliente. Tras las andas, además del Párroco y del Rector, acompañan dos sacerdotes velezanos: Francisco Ruiz Gea y Juan Jesús Gea Carrasco.

Recogida la procesión, tras tres horas de alabanzas, fue entronizada en un elegante dosel azul que ha sido elevado en el altar mayor con encanto. Desde el lunes hasta el próximo sábado se celebrará un solemne Quinario, predicado cada día por un sacerdote diferente que llegará para la ocasión. El sábado, a las nueve de la noche, llegará la hora de la despedida y la Pequeñica retornará a su Santuario.