El Santuario Diocesano del Saliente acogió un fervoroso Vía Crucis el Viernes Santo para pedir por los enfermos y los que luchan contra el Covid-19.
Con oraciones y cánticos se acudió a la Pequeñica en uno de los días más señalados de toda la Semana Santa en los que se conmemora la muerte de Jesucristo.
UNA DESACOSTUMBRADA ROMERÍA POR EL VIERNES SANTO
Hasta el Santuario Diocesano del Saliente se encaminaron los peregrinos en desacostumbrada romería. Aunque los peregrinos permanecían alejados entre sí, para respetar la necesaria distancia sanitaria, se experimentaba una profunda comunión entre todos.
El camarín, trono precioso donde se custodia la sagrada imagen de Nuestra Señora de los Desamparados del Buen Retiro del Saliente Coronada, atraía todas las miradas y acogía los mejores afectos de los peregrinos.
Las flores que normalmente traen en las manos como ofrendas, se habían trocado en severos cirios para esta jornada de Semana Santa.
EL SANTO CRISTO DE SINTRA
La imagen, acompañada por dos hermosas tallas de la Virgen y San Juan Evangelista, es uno de los tesoros que custodia este serrano Santuario. Obra de artistas portugueses en las postrimerías del siglo XVIII, casi contemporáneo con el edificio que levantara el Obispo Sanz y Torres, es un conjunto escultórico de gran elegancia. Su nombre responde a su lugar de procedencia, la palatina ciudad de Sintra. Según parece, fue creado para fomentar la devoción en alguno de los palacios o conventos que configuran este inolvidable enclave próximo a Lisboa. Las delicadas tallas, estofadas en oro, son de gran delicadeza y el Santo Cristo porta una finísima corona de plata. Escoltado por dos cirios de luto, presidió severo toda la ceremonia.
REZO DEL PIADOSO EJERCICIO DEL SANTO VÍA CRUCIS
La recitación de los versos y la interpretación de algunos motetes pasionistas predispusieron los corazones. Las meditaciones, abrazadas por las suaves melodías de las antífonas, profundizaban acerca de diversos momentos de la Pasión de Jesucristo.
La plegaria adquirió un acento particular cuando, finalmente, el Rector don Antonio Jesús María Saldaña, dirigió la plegaria a la Pequeñica: “Madre de los Desamparados y de nuestros dolores, míranos con tus ojos de misericordia para que aprendamos a mirar de otro modo esta triste situación de la pandemia. Enséñanos tu clemencia, para no ser insensibles a los dolores de nuestro tiempo. Líbranos de esta pandemia que hace enfermar nuestros cuerpos y nos contagia de tristezas. Hoy te lo pedimos, al hacer memoria del primero de los viernes santos en que por Madre te recibimos”.